Estuve en México por un par de días para el simposio “Cambiando Mirados” en Guanajuato, León. El evento atrajo a más de 800 personas. Fue realmente una experiencia increíble poder compartir mis experiencias de vida con tantas familias y profesionales. Todo fue fuera desde mundo hasta que literalmente me tocó aterrizar del sueño para descubrir que debido a fallas técnicas había perdido mi vuelo de conexión a casa. Esas veces en las cuáles no hay nada más que hacer porque sin importar cuánto te enojes, ese era el último vuelo disponible y no te queda otra que recibir el voucher, pasar la noche en un hotel, y desde el teléfono celular tratar de organizar la vida de tus hijos.

Pueden ver todos las presentaciones de Cambiando Miradas en su págian en Facebook con el mismo nombre. La que sigue es “Sexualidad en Personas con síndrome de Down”

Ahí estaba haciéndome auto-terapia tratando de encontrarle el lado amable a la experiencia, y la verdad que me fui a la cama sin haberlo encontrado. Así que cuando esta mañana subí al bus que me llevaría al aeropuerto desde el hotel, me puse a conversar con el chofer. Pensando en entretenerlo y hacerle el viaje más llevadero. Yo creo en eso de hazle a alguien la vida más bonita para que alguien también lo haga por ti. Y es que no me imagino cómo es ir y venir todo el día, pero en fin. El chofer estaba como que le hubieran dado cuerda. Comenzó a hablar de su familia, de sus hijos, de sus nietos, y de su mamá con demencia. Luego me preguntó de mi haciendo referencia a mi aspecto, “te ves muy bien,” me dijo. “Gracias,” le contesté yo, y agregó, “¿casada? ¿Hijos?” Le respondí, “divorciado con dos hijos.” Entonces me comenzó a hablar de sus experiencias con otros padres que han perdido sus conexiones de vuelo y la frustración que se vive en estos momentos. “Así es,” le dije. “Por lo menos mis hijos ya no son pequeños. Ya tienen 14 y 11 años y pueden hacer las cosas solos. Aunque como todo el mundo necesitan supervisión.”

Siguió hablando, “claro. Mis hijos también eran muy independientes a esa edad pero a esa edad, estás en lo cierto, necesitan más supervisión que nunca porque aunque sean independientes, cometen errores.” Seguimos conversado y de repente me di cuenta que me había olvidado de compartir que Emir y Ayelén tienen síndrome de Down, lo que me sorprendió enormemente. No tenía intención de obviar este pequeño detalle pero sinceramente lo olvidé.

Y pensé, “las cosas que pasan cuando te olvidas mencionar que tus hijos tienen síndrome de Down.”

Así que emocionada de haber comenzado este juego inesperado de hablar sin etiquetas, seguí adelante. “Ya sabes, a veces no es fácil hablar con ellos. No siempre uno puede entenderlos como uno quisiera, o saber qué quieren o que más se puede hacer por ellos.” Se rio, “oh Dios. Son gente difícil. No hay poder humano que nos permita interpretarlos a veces. Todos son iguales, pero por eso somos sus padres, para por lo menos tratar de entenderlos y hacer que aprenden y escuchen aunque sea dos palabras de todo lo que les repetimos día a día,” dijo. Yo continúe, “cierto, cierto. ¿y qué tal los temores? ¿alguna vez te dio miedo que la maldad del mundo pueda hacerles daño o qué sean percibidos como diferentes?” Respiro profundo, “Somos gente de piel oscura, señora. Nos toca vivirlo cada día pero supongo que la gente de todos los colores lo vive de una manera u otra.” Yo estaba sencillamente fascinada de tener una experiencia no planeada que por primera vez me enfrentaba a una conversación sin pre-conceptos acerca de las diferencias de mis hijos y los de otro ciudadano del mundo.

Para hacer la conversación todavía más interesante, el chofer me preguntó si andaba de novia, “Soltera y feliz,” le contesté yo. “Qué raro. Considerando lo buena que eres para escuchar, lo bonita e inteligente, no entiendo cómo estás sola. Pero en fin, muchos hombres buscan alguien que les cocine y les lave la ropa como prioridad. No te veo cara de ser una de ellas. Yo si, yo cocino y lavo ropa, así que si alguna vez te mudas y te interesa, por aquí, estaré,” me dijo y se rio a carcajadas. Me reí con él. Me dejó en la puerta de la salida de mi aerolínea y me deseó suerte. Yo hice lo mismo. Mientras caminaba a la puerta de embarque seguí pensando acerca de la curiosa experiencia. Qué interesante vivencia. Me inventé un juego que pienso utilizar en futuras oportunidades para divorciarme del estigma a veces y dejar que la gente me vea y me perciba como la típica madre divorciada de dos adolescentes que viaja el mundo por trabajo y enfrenta los mismos retos que el resto del mundo.

Al final, si le encontré el lado positivo a la inesperada experiencia. Otra historia para contar. Una que quizás le de la oportunidad a otros poner a un lado las etiquetas y dejar que el mundo nos conozca como individuos, en vez de pre-juzgarnos basados en la condición de nuestros hijos. Básicamente estas cosas pasan te olvidas mencionar que tus hijos tienen síndrome de Down. Pero yendo más adentro talvez la pregunta sería, ¿estamos dispuestos a renunciar a la etiqueta, o de algún modo ya nos hemos acostumbrado a ellas? Tarea para la casa.

Eliana Tardío
¡Conéctate!

About Eliana Tardío

Eliana Tardío es la mamá de Emir y Ayelén; ambos con síndrome de Down. Reconocida por su trabajo promoviendo la inclusión natural de las personas por su individualidad, Eliana ha sida reconocida por celebridades como Araceli Arámbula, Thalia, María Celeste Arrarás, Karen Martínez, y más. Su historia ha sido compartida por las cadenas mundiales más importantes: Univisión, Telemundo, CNN, y Azteca América. Nombrada Bloguera Latina Inspiración 2014 en USA, en este espacio Eliana comparte sus vivencias y recursos con más de 200.000 visitantes al mes.

View all posts by Eliana Tardío