Comparto mucho mis propias reflexiones porque creo que son estas las que a lo largo de la vida me han mantenido en un estado constante de hambre por aprender. Quiero pasarles ese mensaje a los padres porque uno no sabe lo que no sabe y en el compromiso de compartir lo que uno ha aprendido uno despierta a otros, que por supuesto, quieren despertar. No se trata de saberlo todo o de limitarnos en los errores creyendo que hemos perdido la batalla y que nunca podremos salir de ese pozo de frustración, sino que se trata de entender que el hoy es el momento perfecto para escribir la historia que queremos vivir junto a nuestros hijos. 

Lo repito una y otra vez porque quiero que todos entendamos que todos de cierto modo hemos sido víctimas de los prejuicios y no deberíamos ni sentirnos culpables ni juzgarnos, sino apoyarnos juntos e inspirarnos para con mente abierta vivir dispuestos a retar nuestras propias creencias y opiniones, y así poder movernos del estado pasivo de conformidad al activo de evolución. Sin transformación no hay progreso. Aplica a todo. 

En todos estos años he escuchado las frases más ilógicas y absurdas que justifican la exclusión y la discriminación, pero hay algunas pintorescas que no pasan de moda y sigo escuchando, la de “ser realistas” y adoptar la actitud discapacitadora lo más antes posible para resolverles el mundo a tiempo a nuestros hijos, es una típica. Habla de vivir con un enfoque en el futuro asumiendo que nunca podrán, entonces, en vez de invertir en el presente para habilitarlos, decidimos discapacitarlos, seguros de que no podrán, porque “ellos son así y esa es la realidad.” Apoyados en este pensamiento discapacitador, se les evita el esfuerzo y se los ubica rápidamente en espacios segregados dándoles lo que puedan, porque de nuevo, la idea de que no pueden está clavada y es el centro de las decisiones. 

También está la contraparte que no sólo trata de aterrizar al padre en una realidad construida basada en las carencias inclusivas, sino que dando un paso más adelante, presenta al padre que no se conforma como un “idealista” o liberal que fruto de su falta de aceptación, quiere destruir las estructuras tan bien establecidas que siempre han funcionado. Esto es un comportamiento típico de los defensores de la segregación que creen que la inclusión es un movimiento resultado de la impulsividad de algunos que “no saben lo suficiente y tarde o temprano se van a dar de frente.” 

¿Porqué seguir hablando de los mismo?

Con todo esto quiero ayudar a que los padres nos demos cuenta de la gravedad en la cual estamos viviendo y en la cual nuestros hijos nacen, un total estado de segregación apoyado por los estigmas típicos que disfrazan la realidad de adjetivos dulces y compasivos que se resisten a ver la discapacidad para disfrazarla de “especial, capacidades diferentes, angelitos especiales, niños eternos, etc.”

¿Si es así, porqué funciona?

Por una sencilla razón, es más fácil discapacitar que tomar acción y habilitar y maximizar como lo exige la ley. Discapacitar haciendo a los padres sentirse “especiales” es facilísimo y funciona, porqué a quién no le gusta sentirse especial, trébol de cuatro hojas, bendecido y sobre todo, cómodo en la incomodidad de lo desconocido o lo inesperado. 

Ahora, activar es la decisión consciente de ponerte más trabajo encima y por eso es sencillamente lógico que el sistema (no todos los integrantes) siempre se enfocará en lo contrario, aún cuando esa decisión carezca de ética. Mientras más complacientes los padres, más fácil será todo para todos. Dirán algunos, “pero no tiene lógica porque el niño tiene derechos.” Pero como pasa con todas las injusticas en el mundo, su vulnerabilidad no le permite entender al sujeto sus derechos y muchos menos activarlos. Para eso depende de terceros, que en este caso son sus padres, y serán sus padres al final quienes decidan si adaptarse o activarse.

Y una vez más y antes de terminar, no se trata de juzgar la imperfección del proceso porque todos nos vamos a equivocar constantemente, se trata del compromiso de hacer nuestro mejor esfuerzo y no rendirnos sin haberlo intentado. Se trata de entender que una de las luchas más absurdas es la que trata de cambiar los términos por otros más bonitos, pero carece de compromiso real, porque mientras el destino pre-establecido de nuestros hijos con discapacidad sea un espacio segregado,

¿Qué es lo que ganamos peleando para que no lo identifiquen con la palabra discapacidad, si siendo llamado, angelito, especial, capacidades diferentes, neuro-diverso, súper héroe, su destino será siempre el mismo? 

Reflexionemos acerca de las guerras que decidimos luchar. ¿Cuáles valen la pena y transforman? ¿Cuáles nos estancan y discapacitan como sociedad en general? 

Eliana Tardío
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About Eliana Tardío

Eliana Tardío es la mamá de Emir y Ayelén; ambos con síndrome de Down. Reconocida por su trabajo promoviendo la inclusión natural de las personas por su individualidad, Eliana ha sida reconocida por celebridades como Araceli Arámbula, Thalia, María Celeste Arrarás, Karen Martínez, y más. Su historia ha sido compartida por las cadenas mundiales más importantes: Univisión, Telemundo, CNN, y Azteca América. Nombrada Bloguera Latina Inspiración 2014 en USA, en este espacio Eliana comparte sus vivencias y recursos con más de 200.000 visitantes al mes.

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One Comment on “La Actitud Habilitadora y Maximizadora vs. La Actitud Discapacitadora”

  1. Este es uno de los escritos que me ha hecho tanto bien leerlo, ha retratado la situación que vivo, Eliana es que soy una abuela que quiere activar mi metro cuadrado y un poco mas alla, pero necesito corazon, riñón y pulmones más nuevos porque la lucha es intensa y larga, es muy bueno lo que haces.

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