A la pregunta de su entendimiento de la ley de educación especial, IDEA, la nominada a liderar el Departamento de Educación de los Estados Unidos, Betty de Vos, respondió que será “sensible.”

La reacción de la senadora de New Hampshire, Ms. Hassan dió al blanco cuando le dijo,

“No se trata de senbilidad, aunque ayuda. Se trata de compromoterse a hacer que la ley se cumpla para que todo niño tenga el mismo acceso a educación pública de alta calidad.”

La asociación inmediata dirigida a la sensibilidad y lástima por parte de De Vos no es poco frecuente. La asume el mundo y la refuerzan los padres cuando no conocen la ley y se conforman con creer que sus hijos no tienen derecho a mejores servicios o a ser tratados sin diferencias.

Desde mi opinión personal, no entiendo cómo puede ser aceptable que un líder de este nivel destinado a cumplir una tarea tan grande tenga tan pobre conocimiento de la ley. Pero la ignorancia es atrevida y así como muchos, probablemente ni siquiera tiene conciencia del prejuicio que encierra su declaración.

Ante todas estas situaciones tan desagradables siempre me viene a la cabeza la misma reflexión, “Automáticamente disminuimos a las personas con discapacidades y las ponemos en desventaja basados en nuestros prejuicios, pero si ellos viviendo con una discapacidad son capaces de superar sus propios límites, cómo es que los que se creen mejores o sienten que la lástima o la sensibilidad es la respuesta, son tan limitados y tan carentes como seres humanos?”

También reconozco que muchas veces como comunidad y como padres o personas con discapacidad, elegimos asumir la posición de pacifistas tratando de entender las carencias de los otros primero y sobreponiendo sus necesidades a las de nuestros hijos y las nuestras. Y preferimos callar o esperar a ver que pasa en vez de actuar. Lamentablemente eso también se llama prejuicio porque no nos sentimos merecedores de lo mejor y nos conformamos con cualquier cosa.

La tendencia de jugar la carta de la “lástima y sensibilidad” como padres lo único que consigue es poner a nuestros hijos en una posición de desventaja en la cual nunca sus derechos serán reconocidos, porque seguiremos alimentando el mayor de los prejuicios populares, que es creer que el trato equitativo es una decisión y no un derecho.

Como madre soy testigo de cómo mis hijos, a pesar del prejuicio y la ignorancia que siempre están presentes, hacen su mejor esfuerzo cada día y agotan sus habilidades para sobreponerse a sus propios retos. Los he visto crecer tratando de adaptarse a una sociedad que muchas veces los juzga y les pone etiquetas sin conocerlos. Y también he vivido en carne propia ese intenso e inapropiado sentimiento de lástima de otros que intenta hacerme creer que debemos ser agradecidos y conformarnos con poco.

Ante todo esto tengo cuatro letras que definen cómo la ley refuerza que mis hijos y todos los estudiantes con discapacidad sean educados apropiadamente: FAPE, (Free Public Appropriate Education) Educación Apropiada Pública Gratuita. Eso es lo único que cuenta, porque las historias de “qué lindo,” “es un angelito y no hay que esperar nada de él.” Esos son cuentos que intentan justificar la flojera y la falta de compromiso y expectativas. Y ningún niño merece ser víctima de ese comportamiento.

A quienes como personas típicas se consideran mejores o más capacitadas, los invito a utilizar sus habilidades para educarse, investigar y crear planes de acceso universal que permitan que todo estudiante se beneficie de la educación. Esto se hace pensando en el individuo, en su familia, en nuestro país y el futuro del mundo, porque la idea es que todo el mundo reciba los recursos necesarios para ser un ser humano productivo a la sociedad basado en su individualidad. 

Como la senadora Hassan dijo, aunque la sensibilidad ayuda, la educación especial no se trata de eso.

La ley se trata de seguir las reglas, de respetarlas y de cumplirlas a cabalidad. No se necesita tanta sensibilidad como se necesitan educación y altas expectativas.

Como padres, no nos durmamos y asumamos nuestra responsabilidad de ser los primeros en conocer la ley y sus implicaciones en la vida y el futuro de nuestros hijos. De otra manera, sin conocimiento de esta información, hasta vamos a caer en el juego de creer que la “sensibilidad” es la respuesta y que no hay nada mejor que esperar o por lo cual luchar.

¿Hace falta ser tan puntual y directo cuando juzgamos a los nominados a liderar la educación de nuestros países y nuestras escuelas?

Por supuesto! Si queremos que nuestros hijos sean exitosos y sean tratados con respeto, este es el momento de comenzar a involucrarte en lo que de verdad importa.

Eliana Tardio
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About Eliana Tardio

En este espacio Eliana comparte su pasión por un mundo inclusivo a través de las historias de integración natural de sus dos hijos, Emir y Ayelén, quienes crecen y desarrollan sus talentos como modelos de diferentes marcas internacionales. Viviendo con pasión, compasión y estilo; esta es una vida totalmente imperfecta que celebra pequeños grandes triunfos mientras interpreta las enseñanzas en los retos. Eliana fue nombrada el 2015 como Mejor Activista Latina en US gracias a Latinos in Social Media.

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