Constantemente escucho y leo a padres que dicen que lo único que quieren para sus hijos es que sean felices. Creo que todos queremos lo mismo, pero la única diferencia es que querer que sean felices no significa criarlos sin reglas ni expectativas para evitarles la tarea de aprender a vivir. Querer que sean felices y alcancen la felicidad verdadera viene con trabajo arduo, dedicación y compromiso por parte de nosotros como padres.

Este movimiento de querer “que sólo sean felices” viene acompañado de serios problemas de comportamiento para los niños que incluyen falta de regulación emocional a todos los niveles. No es culpa del niño y no es que el niño no tenga la capacidad de aprender a regularse, pero lamentablemente es responsabilidad del padre que ha decidido no poner límites generando este desajuste emocional en el niño. 

¿Por qué educamos a nuestros hijos?

No los educamos para que sean infelices, pero para que tengan las herramientas necesarias que facilitarán su integración social, lo que les permitirá tener roles sociales valiosos en la sociedad y vivir vidas plenas. No los educamos para cambiarlos sino para maximizarlos. 

¿Qué pasa cuando el niño sale de casa a la vida sin estas herramientas? 

Se golpea de frente con la realidad y se frustra. Viene de un mundo en el cuál siempre ha sido complacido y en el cuál siempre ha tenido la atención plena de su cuidador primario. Nunca le dijeron que no y nunca le enseñaron a hacer cosas por si mismo. Entonces de repente, un desconocido le exige que hagas cosas naturales para un niño de su edad, que ella o él nunca ha aprendido a hacer. Como padres, privándolo de sus responsabilidad y de experiencias enriquecedoras, ¿lo hemos hecho feliz o lo hemos puesto en un estado de infelicidad al no tener los medios para integrarse? ¿Es este un llamado de atención a nosotros como padres, o es culpa de la maestra o el educador? Seamos honestos y tomemos acción. 

La felicidad verdadera para nuestros hijos es amarlos sin condiciones pero con altas expectativas. Es comprometernos a luchar en contra de los estigmas que nos hacen creer que la guerra está perdida sin haber siquiera comenzado. Es cierto, muchas circunstancias únicas como ser un diagnóstico, vienen acompañadas de tendencias o probabilidades, pero jamás de limitaciones ya que no pueden ser adoptadas como una justificación a nuestra falta de acción como padres.

Y por último, ¿cuántos de estos pronósticos se hicieron cuando no se tenía ni la mínima idea de las oportunidades y de las posibilidades de nuestros hijos? Para cerrar, ¿queremos aferrarnos a los límites o queremos convertirnos en el cambio? El cambio no es fácil pero es lo que le traerá a nuestros hijos la verdadera felicidad y también a nosotros como padres.  

Eliana Tardío
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About Eliana Tardío

Eliana Tardío es la mamá de Emir y Ayelén; ambos con síndrome de Down. Reconocida por su trabajo promoviendo la inclusión natural de las personas por su individualidad, Eliana ha sida reconocida por celebridades como Araceli Arámbula, Thalia, María Celeste Arrarás, Karen Martínez, y más. Su historia ha sido compartida por las cadenas mundiales más importantes: Univisión, Telemundo, CNN, y Azteca América. Nombrada Bloguera Latina Inspiración 2014 en USA, en este espacio Eliana comparte sus vivencias y recursos con más de 200.000 visitantes al mes.

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