Hace unos días recibí la llamada de una madre literalmente ahogada en un mar de llanto. Comenzó por contarme del diagnóstico de su hijo, de sus guerras constantes con la escuela, de sus enfrentamientos frecuentes con su pareja y miembros de la familia quienes constantemente la acusan de intensa o en vez de ver sus esfuerzos, tachan sus acciones en relación a su hijo como falta de aceptación. El mundo a su alrededor se ha desbaratado en los últimos años, y cómo ella describe su vida, es una vida de amor y de entrega en la que no le ha quedado nada para ella.

“Estoy haciendo todo lo que debo y lo que puedo por mi hijo, pero parece que el mundo me culpa por querer una vida mejor para él en vez de apreciar todos mis esfuerzos,” me dijo.

Mientras la escuchaba pensaba en cuántas veces yo me he sentido presa de situaciones similares,

  • Cuantas veces mi lucha por mejores oportunidades se ha traducido en obsesión o falta de aceptación como el modo más básico y lógico de definir mi comportamiento
  • Cuántas veces la idealización de la madre de un hijo con discapacidad y la asignación de súper poderes que no existen, nos ponen a las madres en una situación de aislamiento y en estado de crisis que no nos atrevemos a reconocer porque no queremos perder el título

Queremos ser “especiales”, queremos ser “inspiradoras”, queremos ser “perfectas” y con nuestras acciones demostrar que nuestros hijos valen la pena, pero, ¿a qué precio?

A mi me ha costado y todavía me cuesta pedir ayuda. Creo que he vivido y vivo en un estado de ansiedad constante que siempre trato de re-direccionar de modo positivo, pero creo que una de mis metas de comienzo de año será dejar de sentirme orgullosa de ser auto-suficiente, para comenzar a sentirme cómoda recibiendo ayuda de los demás. Creo que es un buen propósito después de muchos golpes y ataques de pánico no identificados por falta de tiempo y atención a mis propias necesidades.

¿Quién lo diría? Pero ahora cuando escribo siento que le estoy siempre hablando a nuevas generaciones que si se rehúsan a las etiquetas pueden ahorrarse la energía que provoca la presión social para re-invertirla de un modo más positivo en el desarrollo de sus hijos. En mi opinión, hay una urgente necesidad de humanizar a las madres de hijos con discapacidad y para eso, nosotras mismas tenemos que dar el primero paso y aceptar que aunque podemos solas, no tenemos por qué hacerlo solas. La vida con la bendición de Dios es larga, es intensa, y no siempre tendremos 20 años o 30 años. La vida pasa y es cuando te das cuenta de que ya no tienes la energía de los 20 o los 30 que comienzas a cuestionarte con quién puedes contar, quiénes son parte de tu equipo, quienes estarán ahí para ti y para tus hijos o para tu hija o hijo.

Otra triste realidad es como el machismo de nuestra sociedad ha contribuido a normalizar el estado de psicosis en el que viven muchas madres fruto de la frustración, el miedo, o la angustia

  • No es normal que nos sintamos como locas todo el tiempo
  • No es normal que sintamos que no tenemos a nadie
  • No es normal irnos a la cama con un temor increíble a la mañana, o despertarnos cada día con la rabia y la angustia de saber que no somos lo suficientemente buenas o que nuestros esfuerzos no son reconocidos o valorados,
  • Sencillamente no es normal y mucho menos saludable

A las madres de todas las edades, la urgente necesidad de humanizarnos parte de la necesidad latente de mantenernos saludables a nivel mental y físico para extender nuestra vida y multiplicar nuestra alegría para poder compartirlo con nuestros hijos.

Si estás en estado de crisis,

  • Llama a alguien
  • Confía en alguien y piensa que no tiene nada de malo ser vulnerable, es humano
  • Busca apoyo profesional si puedes acceder a él
  • Encuentra consuelo y desahogo con un terapeuta
  • Incluye a los miembros de tu familia en el proceso para que también se eduquen, se sensibilicen y se responsabilicen de la parte que les toca

No has hecho nada mal. Lo has hecho todo bien. Y créeme, mereces ser feliz y necesitas ser feliz para dar felicidad.

Eliana Tardío
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About Eliana Tardío

Eliana Tardío es la mamá de Emir y Ayelén; ambos con síndrome de Down. Reconocida por su trabajo promoviendo la inclusión natural de las personas por su individualidad, Eliana ha sida reconocida por celebridades como Araceli Arámbula, Thalia, María Celeste Arrarás, Karen Martínez, y más. Su historia ha sido compartida por las cadenas mundiales más importantes: Univisión, Telemundo, CNN, y Azteca América. Nombrada Bloguera Latina Inspiración 2014 en USA, en este espacio Eliana comparte sus vivencias y recursos con más de 200.000 visitantes al mes.

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