Esta no es ni la primera ni la última vez que escribo acerca de cómo las etiquetas limitan en vez de adornar. Que las etiquetas “adornan” es la percepción de la mayoría de la personas que deciden utilizarlas de manera constante. Justo hoy leía un artículo de hace varios años atrás que habla de interseccionalidad y discapacidad. Y es aquí, en artículos como este, dónde podemos hacer un análisis claro de cómo el entorno juega un papel tan importante, para bien o para mal, en el desarrollo de todo ser humano. 

Mientras más limitados los recursos y las oportunidades del entorno, más se acentúa la lógica de que la discapacidad es una manifestación de las carencias e incapacidades del sistemas, más que de la condición o diagnóstico que la genera y la define en la sociedad. En el artículo al cual hago referencia, Marina es identificada como la “niña dulce.” Una mujer con síndrome de Down que resultado de la interseccionalidad, pobreza y discapacidad, vive en una situación precaria que la presenta como una persona significativamente “discapacitada,” y aquí es dónde es importante reconocer que no es su diagnóstico, el síndrome de Down lo que la discapacita, sino su entorno al no tener las condiciones básicas para acceder a educación, servicios básicos como un baño en casa, y por supuesto, aspiraciones de ningún tipo, situación que comparte con sus familiares dadas las circunstancias. 

No vamos a tratar aquí de resolver el complicado tema de la desigualdad social porque sería imposible, pero si vamos a hablar de algo simple que todos podemos comenzar a hacer ahora mismo: dejar de poner etiquetas. 

IMPORTANTISIMO. Todo lo que se etiqueta ya tiene un destino pre-establecido.

“Niños especiales, con capacidades diferentes, angelitos, dulces, que sólo dan amor.” Todas estás etiquetas enmascaran la discriminación y la normalizan bajo el uso de eufemismos, “maneras aceptables o suavizadas” de decir “discapacidad.” 

La persona con discapacidad está protegida bajo leyes que reconocen que en su condición es sujeto sensible a discriminación dadas las circunstancias y la necesidad de seguir eliminando los prejuicios. No se utiliza la palabra “discapacidad” para disminuir a la persona, sino para hacer conciencia acerca de cómo es la sociedad la que “discapacita” desde su decisión de pre-definir basados en su falta de información. La sociedad también “discapacita” desde su falta de información y la carencia de herramientas y condiciones accesibles que permiten que la persona con discapacidad pueda incluirse en la sociedad de manera orgánica, sin necesidad de luchar por todo y por nada a lo largo de su vida. 

Entonces, la próxima vez que estés tentado a buscar una etiqueta para “adornar” la discapacidad, reflexiona en cómo tu actitud limita, excluye y perpetúa la idea de que la discapacidad define la personalidad, el futuro, y la existencia de las personas con discapacidad. No hay forma de evitarte el trabajo. Si quieres definir a alguien, tenga o no una discapacidad, tienes que tomarte el tiempo de conocer a esa persona como individuo. Si no conoces a una persona con discapacidad, o a cualquier persona típica, no tienes ninguna obligación de tratar de ser “amable” o “compasivo.” Esa necesidad de decir algo o de “verte bien” viene acompañada de prejuicios inconscientes que te hacen creer que la persona con discapacidad necesita que la hagan sentir bien porque su vida no es lo suficientemente buena. En la vida real, y como menciono desde el comienzo, no es la discapacidad la que define la vida y el futuro de las personas, sino todo lo contrario, el sistema que le rodea y que le permitirá florecer sin etiquetas, o todo lo contrario, limitará su futuro basado en ideas pre-concebidas y etiquetas que lo definen y le dicen quién es y qué se espera de ella o él, sin oportunidad de desarrollar su identidad e individualidad. 

En muchos casos la interseccionalidad que incrementa los retos y las posibilidades basados en pobreza y bajos niveles educativos, jugará un rol determinante, así como lo juega en el resto de los miembros de ese mismo grupo social. No sólo la persona con discapacidad será víctima de las carencias, sino todos los demás. Otras veces, aún teniendo las condiciones económicas, también la persona será víctima de las circunstancias, ya que no sólo las carencias limitan, también lo hacen el privilegio y la comodidad que se ofrece como sobre-protección o decisiones sencillas que definen, por ejemplo, dónde va el estudiante con discapacidad basado en su diagnóstico, sin darle oportunidad alguna de demostrarnos lo que puede conseguir como individuo. 

Hay mucha tela que cortar y seguimos buscando respuestas lógicas y significativas, sin embargo para mi, la más lógica e importante es accesible a todos y es un compromiso que comienza de modo individual cuando nos hacemos la pregunta: “¿Quiero criar hijos sin etiquetas aceptando su humanidad y sus retos para tomar acción? o ¿Quiero criar hijos con etiquetas para adormecer la responsabilidad de luchar para que pese a sus retos, puedan maximizar sus habilidades personales?” Al final, todos los hijos dependemos de las decisiones que nuestros padres toman para nosotros. Al final, todos como padres nos equivocamos y todos como hijos somos resultado de nuestra crianza. Algo más que nos demuestra que aunque tratemos de segregarnos en etiquetas, sin duda en nuestra calidad de seres humanos, siempre somos más parecidos que diferentes. 

Eliana Tardío
¡Conéctate!

About Eliana Tardío

Eliana Tardío es la mamá de Emir y Ayelén; ambos con síndrome de Down. Reconocida por su trabajo promoviendo la inclusión natural de las personas por su individualidad, Eliana ha sida reconocida por celebridades como Araceli Arámbula, Thalia, María Celeste Arrarás, Karen Martínez, y más. Su historia ha sido compartida por las cadenas mundiales más importantes: Univisión, Telemundo, CNN, y Azteca América. Nombrada Bloguera Latina Inspiración 2014 en USA, en este espacio Eliana comparte sus vivencias y recursos con más de 200.000 visitantes al mes.

View all posts by Eliana Tardío