Como madre de dos hijos adolescentes con síndrome de Down, puedo dar fe de la gran evolución que nuestra comunidad ha experimentado a lo largo de los últimos 10 + años. Soy parte aún de una generación que recibía a sus hijos acompañada de todos los prejuicios relacionados a los “angelitos,” a lo “especial,” a los “elegidos,” y también en oportunidades al “castigo divino,” porque seguro algo hiciste mal.

En el proceso de aprender a defender a mis hijos desde las leyes y la educación, he cometido el error, como muchos, de creer que hay que sensibilizar y crear conciencia. Con el tiempo y de nuevo, gracias a la educación, he comprendido el daño que le hacemos a nuestros hijos cuando en vez de luchar por sus derechos los convertimos en objetos de compasión o idealización en vez de individuos que merecen ser respetados como el resto, en vez de aceptados fruto de la sensibilidad y conciencia que pedimos al mundo.

Obviamente acercarse desde esta posición de empatía tratando de hacer sentir a otros los que nosotros sentimos, puede que tenga una respuesta más delicada, pero ¿cuál es el resultado final? Sin darnos cuenta estamos pidiéndole al mundo que acepte a nuestros hijos y les haga el favor de quererlos. Les estamos pidiendo que por favor los incluyan porque son “especiales” o porque pobrecitos, de otra manera no tendrán futuro ni opciones.

En la vida real, nuestros hijos tienen derechos y mientras más nos obsesionamos con la promoción de la lástima y mientras más enfocamos nuestros esfuerzos en la “idealización o sensibilización,” más difícil es demostrar que sus derechos valen y cuentan, porque inconscientemente los anulamos, los ignoramos y los desactivamos cambiando la ley por favores emocionales que ponen a nuestros hijos en una situación de inferioridad. 

Es tiempo de dar el próximo paso para promover campañas que eduquen a la comunidad en vez de tratar de sensibilizarlos mientras utilizamos a nuestros hijos para causar lástima  en vez de fortalecer el respeto por la diversidad. Hay que dejar de decir que las leyes no funcionan para justificar nuestras decisiones como padres, y unirnos como comunidad para hacer que funcionen. Es más, hay que comenzar por conocerlas para activarlas y por compartirlas para que se conviertan en el referente que activará la inclusión sin excusas ni favores. 

La persona con discapacidad merece y necesita educación individualizada de alta calidad como cualquier otro niño. Acercarse a la escuela o el colegio pidiéndola como un favor o vendiendo la imagen del niño como un “angelito” para que lo incluyan, no es positivo para el niño ni para el resto de nuestra comunidad. Activar su derecho y aunque cueste, luchar por él mientras mantenemos el balance adecuado para aceptar sus retos y entender sus fortalezas, es lo que único que activará la inclusión como la regla y no como la excepción.

Dentro de la misma inclusión libre de sensibilidades absurdas está la realidad de que todas las personas son diferentes y que para medir su valor no necesitamos compararlos con el “molde típico” sino aceptarlos de forma individual. 

Dicho esto, ojalá que este año 2020, en vez de las mil publicaciones que intentan sensibilizar utilizando el rostro de personas con discapacidad con frases como, “amo igual que tu,” o “mírame con ojos de amor,” veamos muchas más publicaciones que activen, que exijan y que fortalezcan los derechos de nuestros hijos diciendo cosas como, “Tengo los mismos derechos que el resto del mundo y cuando los exijo, los activo.” 

Eliana Tardío
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About Eliana Tardío

Eliana Tardío es la mamá de Emir y Ayelén; ambos con síndrome de Down. Reconocida por su trabajo promoviendo la inclusión natural de las personas por su individualidad, Eliana ha sida reconocida por celebridades como Araceli Arámbula, Thalia, María Celeste Arrarás, Karen Martínez, y más. Su historia ha sido compartida por las cadenas mundiales más importantes: Univisión, Telemundo, CNN, y Azteca América. Nombrada Bloguera Latina Inspiración 2014 en USA, en este espacio Eliana comparte sus vivencias y recursos con más de 200.000 visitantes al mes.

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