Creo que todo en la vida comienza con el compromiso de ser honestos con nosotros mismos para poder identificar dónde estamos fallando y así poder trabajar en mejorar nuestras falencias para poder fortalecer nuestras habilidades y convertirnos en mejores personas. Lo mismo aplica en nuestra tarea como padres. El poder de la honestidad es determinante para poder hacer un mejor trabajo y así poder darles a nuestros hijos mejores oportunidades basados en una crianza de amor y respeto que va de la mano con altas expectativas, reglas, y consecuencias claras.
- NUESTROS VALORES Y METAS COMO FAMILIA
Comencemos por reflexionar acerca de lo siguiente: la meta no es demostrarle nada a nadie, sino sentirnos satisfechos como individuos. Como seres humanos únicos, todos somos diferentes y puede que lo que sea importante para un padre no lo sea para el otro, entonces, el primer paso para auto-evaluarnos con amor y honestidad es definir nuestros valores, nuestros objetivos, y nuestro compromiso con estos. Una vez identificamos nuestro objetivo, enfoquémosnos en fortalecerlo en vez de perder el tiempo tratando de desmerecer lo que creemos que está equivocado.
2. NUESTRA DECISION PERSONAL: NUESTRA RESPONSABILIDAD
Lo que uno hace con su vida es una decisión netamente personal. Podemos pasarnos la vida buscando excusas o podemos tomar acción y dar los pasos adecuados, que aunque nunca son fáciles y nunca son inmediatos, nos llevarán tarde o temprano dónde queremos llegar. Como sea, es nuestra decisión personal y nadie puede hacer nada por nosotros a menos que nosotros nos comprometamos a cambiar nuestro futuro y el de nuestros hijos. Sea cuál sea nuestra decisión, nadie tiene el derecho de decirnos si es correcta o no, sin embargo, es nuestro deber asumir nuestra responsabilidad. Si no somos felices con lo que tenemos, de nuevo, haciendo un análisis honesto de porqué estamos dónde estamos nos puede ayudar a dar el paso de movernos un paso más arriba hacia dónde queremos llegar. Si somos felices y es aquí dónde queremos estar, entonces no nos tiene porqué importar ni molestar dónde están los demás en relación a nosotros.
3. NUESTROS HIJOS SON RESULTADO DE NUESTRA CRIANZA NO DE SU DISCAPACIDAD
El diagnóstico trae consigo características y retos que son inevitables. La tarea no es cambiar a nuestros hijos con una discapacidad, sino apoyarlos para que se conviertan en la mejor versión de si mismos. El camino es largo, agotador, y muchas veces, aterrador. Sin embargo, no podemos abandonar la guerra sin haberla empezado, y eso es justamente lo que sucede cuando sin siquiera intentar queremos justificar sus comportamientos basados en su diagnóstico. Ser honestos con nosotros mismos como padres es reflexionar y preguntarnos si hemos caído en la comodidad de quitarles a nuestros hijos el derecho de aprender un mejor modo de hacerlo, justificándonos en la discapacidad en vez de motivarnos en la capacidad.
Ser padres no es y nunca será una tarea fácil. En el caso de los padres de hijos con discapacidad, la tarea es todavía más exigente y requiere mayores esfuerzos, porque no sólo está uno enfocado en educar a su hijo sino en muchos casos también a la sociedad para abrirle una puerta. Las expectativas hacia ellos y su futuro no las puede fijar nadie excepto uno mismo, pero de nuevo aquí la palabra clave es honestidad para identificar lo que podemos mejorar y aceptar que aunque nunca podremos cambiar el diagnóstico, no se trata de la discapacidad sino de la capacidad e individualidad de nuestros hijos como tales.
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