Los años no pasan en vano. Uno madura y crece, e idealmente, esto nos impacta en todos los aspectos de la vida. Como padre de hijos con discapacidad, los años le enseñan a uno una gran lección, y es que la lástima es en realidad el prejuicio más peligroso y que las alas angelicales nunca los dejarán volar.

Lo más común es que durante los primeros años de la vida de nuestros hijos, los momentos más dolorosos sean esos en los cuales comenzamos a escuchar las palabras “retrasado,” “mongólico,” “anormal,” “enfermito,” etc. Quizás las habíamos utilizado u oído muchas veces “antes de,” pero después de vivir la experiencia de tener y amar un hijo con una discapacidad, uno deja de oír para comenzar a escuchar.

También lo más natural es que nos volvemos defensores inmediatos de nuestros hijos y nuestras comunidades exigiendo que el uso de estas palabras se restrinja, porque es cierto, es frustrante y doloroso sentirse víctima de la antipatía e indiferencia de los demás.

Sin embargo, cuando el tiempo pasa y nuestros hijos crecen y uno vive ese día a día con los ojos y los oídos abiertos, uno aprende que el prejuicio más peligroso es ese al cual estamos expuestos de modo constante que se disfraza de ternura.

Ese que espera que sean o hagan algo sobrehumano para tener un valor. Con alas angelicales queremos balancear nuestras propias inseguridades y no nos damos cuenta que como padres tenemos el poder de construir junto a ellos alas verdaderas que son las que los harán volar.

Todo el tiempo uno ve educadores y profesionales que escondiendo su prejuicio detrás de etiquetas que se supone “no duelen o sensibilizan,” justifican que nuestros hijos no pueden más diciendo que “es normal que los niños así no hablen,” “que es mejor que los niños así estén con niños como ellos para que nadie les haga daño,” “que es normal que no aprenda a comportarse o sea caprichoso.”

¿Qué pasa entonces? Bajo la careta de ternura de la lástima, acabamos con las posibilidades de nuestros hijos sin siquiera darles la oportunidad de intentar.

  • Porque desde la lástima entendemos que los angelitos no necesitan trato igualitario porque tienen una misión más grande que no debe implicar esfuerzos terrenales.
  • Desde la lástima decidimos que no hay que exigirles más porque no vale la pena luchar porque sean la mejor versión de si mismos. No es que no puedan más, es que nos conformamos con poco porque no tenemos expectativas.
  • Desde la lástima decidimos que queremos que sean por siempre dependientes de nosotros, decidimos que sean niños eternos y que no ganen las habilidades sociales que necesitan y merecen, porque para nosotros es suficiente con verlos felices.

Así bajo la sombra de la lástima, vemos cómo se les cierran las puertas en la cara. Y el problema no es su condición, sino nuestra comodidad individual. Porque la verdad es que es más fácil buscar dones sobrenaturales, que asumir la lucha constante de luchar por el reconocimiento de su humanidad y la normalización de la discapacidad.

Queridos padres, todos en algún momento hemos caído en la manipulación emocional por parte de la sociedad, porque es cierto, nadie nace sabiendo y la tarea no es fácil. Pero para convertirnos en defensores y activistas, muchas veces primero tenemos que ser víctimas.

Tomemos al toro por los cuernos y hagamos conciencia como padres para acabar con los prejuicios, no solo aquellos que nos hacen daño de frente, pero también estos que nos estancan y nos limitan como comunidad.

Cuando idealizamos a nuestros hijos los limitamos. Cuando esperamos que hagan un milagro sobrehumano con sus sonrisas o que con sus abrazos bendigan a otros, les quitamos y nos quitamos el privilegio de ser testigos del mayor milagro de la vida, que es la evolución espiritual que nos permite reconocer que aunque todos somos humanos y tenemos debilidades y defectos, estamos cargados de regalos únicos que vamos descubriendo día a día cuando renunciamos a ser víctimas y tomamos acción.

Cuando asumimos nuestra responsabilidad de renunciar a las alas angelicales, les damos a nuestros hijos verdaderas alas; las que los harán volar hacia lo más alto para alcanzar el sentimiento más mágico y milagroso que es aceptar con humildad nuestra humanidad y desde ella ser capaces y por sobre todas las cosas, realmente felices.

Eliana Tardio
Conéctate

About Eliana Tardio

En este espacio Eliana comparte su pasión por un mundo inclusivo a través de las historias de integración natural de sus dos hijos, Emir y Ayelén, quienes crecen y desarrollan sus talentos como modelos de diferentes marcas internacionales. Viviendo con pasión, compasión y estilo; esta es una vida totalmente imperfecta que celebra pequeños grandes triunfos mientras interpreta las enseñanzas en los retos. Eliana fue nombrada el 2015 como Mejor Activista Latina en US gracias a Latinos in Social Media.

View all posts by Eliana Tardio

One Comment on “Dalas Alas de Verdad Porque Las Angelicales No lo Dejarán Volar”

Comments are closed.