Todavía me acuerdo cuando Emir nació. ¡Madre mía, ya pasó una década! Oda al amor por los hijos, porque los primeros meses fueron dedicarme en cuerpo y alma a descubrir quién era él, qué le gustaba, qué le molestaba. Definitivamente, los hijos son resultado de su crianza como la mayor influencia en sus vidas, pero los hijos son únicos, son individuos irrepetibles que ya nacen siendo quienes serán por siempre.
Como padres uno los pule, los ama, los mima, los protege, y un millón de veces los justifica, pero Dios sabe que uno sabe cuando son cabeza dura.
Lo que pasa es que en ese amor de padre uno tiene el don de ver la habilidad en potencia en cada uno de sus comportamientos, así me la pasó yo con Ayelén, viendo en sus caprichos la determinación, y con Emir, interpretando sus besos manipuladores como una señal de su capacidad de actuar siempre con diplomacia! Aunque traducido al español signifique niñita caprichosa y muchachito manipulador.
Junto a su padre nos sentamos en el patio trasero durante largas horas bajo la claridad del final de la tarde, sólo para verlos reír, para verlos jugar.
Para disfrutar de ver cómo negocian, hablan, comparten y pelean. Parecemos dos locos fascinados con la vida, parece increíble que esos dos seres humanos nacieron de nosotros, y es que amamos todo de ellos, todo, pero absolutamente todo. Estamos tan locos que cada nueva palabra es un nuevo festejo. En esta casa no pasa el tiempo, los años no definen las capacidades, los triunfos se disfrutan a cada momento.
Me acuerdo cuando eran pequeños, uff cuántos dramas tratando de corregir la postura, cuántas terapias sin resultados para que hablen de una vez. Cuantos ejercicios para fortalecer la lengua. Qué no daríamos como padres para corregir las cosas que el mundo califica como atípicas, hasta que llega el día y llega el momento, en que te das cuenta que a un hijo se lo ama tal y como es, se lo celebra porque nuestro amor lo cataloga como perfecto.
Y en el camino te da alegría y satisfacción saber que les estás dando todo lo que puedes, todo lo que tienes, todo lo que eres. Pero tu propósito no es cambiarlos, no es transformarlos para que otros los acepten, tu propósito de amor es darles todas las herramientas para que ellos desde su maravillosa capacidad se sientan realizados, se sientan amados, se sientan felices en su propia piel.
El amor verdadero no compara, sólo ama.
Y ahí están los dos, el uno con la novedad de que quiere hacer #photobomb en todas las fotos. (#photobomb.- El acto accidental o con propósito de ponerse en el lente del fotógrafo para hacer bromas o caras graciosas)
La otra con la noticia de que quiere #selfies el día entero. (#selfies.- auto-retrato fotográfico típicamente tomado con una cámara digital o teléfono móvil)
Nada fuera de serie. Todo normal como siempre, y cada vez más diferente de lo que una vez soñamos, pero todo bien.
El amor, el amor, el amor! Oda al verdadero amor que es el que se siente por un hijo, porque cuando uno aprende a amar de verdad es cuando uno se da cuenta que uno ama todo de ellos!
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